
Isla de Egina


Al principio, existían los mitos.
Los antiguos griegos creían que la isla se llamaba originalmente Enone. Más tarde fue renombrada Egina en honor a la ninfa Egina, quien yació con Zeus aquí, cuando él —siempre apasionado— tomó la forma de una llama. De su unión nació Éaco, destinado a convertirse en uno de los reyes más justos de toda Grecia.
Pero Hera, la esposa eternamente celosa de Zeus, nunca se acostumbró a sus constantes infidelidades. Llena de ira, planeó destruir a todo el pueblo de Egina —los fieles súbditos de Éaco. Envió serpientes venenosas a las aguas de la isla y desató un viento del sur letal que sopló sin cesar durante cuatro meses. Los campos se secaron. Llegó el hambre. Agobiados por la sed, los habitantes bebieron de los manantiales envenenados y murieron.
El rey Éaco rezó a Zeus para que repoblara la tierra desierta. Le suplicó que le diera tantos nuevos súbditos como hormigas había en un roble cercano —un árbol sagrado para el propio Zeus. Esa noche, en sueños, Éaco vio cómo las hormigas caían del árbol y se transformaban en humanos al tocar el suelo.
Por la mañana, salió de su casa y vio una multitud de personas —las mismas que había visto en su sueño. La plaga había terminado, y comenzó a caer una fuerte lluvia. Éaco dio gracias a Zeus y repartió las tierras vacías entre los recién llegados, a quienes llamó Mirmidones —el Pueblo Hormiga.
La historia de la isla
La historia de Egina es tan rica y compleja como los mitos que le dieron origen. Situada a solo 27 kilómetros de Atenas, esta isla fue en su momento una feroz rival de la poderosa ciudad-estado. De hecho, mucho antes de que Atenas alcanzara su esplendor, Egina ya acuñaba sus propias monedas de plata —las primeras de toda Grecia— y había construido una formidable flota naval que dominaba el Golfo Sarónico.

En cuanto a las excursiones durante la parada del barco, hay dos opciones principales.
La primera, y más destacada, es una visita al famoso Templo de Afea —la diosa y protectora de la isla. Situado a 11 kilómetros al este de la ciudad de Egina, este majestuoso santuario es uno de los mejores ejemplos conservados de la arquitectura dórica en Grecia. Fue construido poco después de la batalla naval de Salamina, alrededor del año 480 a. C.
Ubicado en una colina cubierta de pinos con vistas panorámicas al mar, el templo forma parte de un mítico “triángulo sagrado”, junto con el Partenón en Atenas y el Templo de Poseidón en el cabo Sunión. Dedicado inicialmente a una deidad local que más tarde se identificó con Atenea, el Templo de Afea es tanto un hito espiritual como un testimonio del glorioso pasado antiguo de la isla.

La segunda excursión lo llevará al Monasterio de San Nectario.
La nueva iglesia del monasterio es uno de los mejores ejemplos de arquitectura neobizantina de toda Grecia. El monasterio se encuentra en una ladera no muy lejos de la ciudad y el puerto de Egina. En la pequeña capilla se conserva la reliquia de la cabeza de San Nectario, venerada por peregrinos de todo el mundo.
Los visitantes también pueden entrar en la humilde celda del santo, donde pasó sus últimos años en oración y soledad. Justo afuera, se puede beber agua del manantial sagrado ubicado frente a su tumba. El sarcófago de mármol, que guardó las reliquias del santo hasta su canonización en 1961, aún se conserva allí. Los peregrinos también tienen la oportunidad de ungirse con el aceite santo de la lámpara que arde junto a su lugar de descanso.

